CÓMO LOS JÓVENES
ASIMILAN PENSAMIENTOS TÓXICOS EN LA NIÑEZ PERJUDICANDOLOS DE ADULTOS
Todo ser herido se ve forzado a
la metamorfosis.
Franz Kafka (1883-1924)
Debemos decir
que los pensamientos negativos, también llamados tóxicos corresponden no solo a
ese conjunto de ideas propias que llevan al joven a percibir la vida de manera
triste y en cierta medida melancólica, acompañadas con ese “dulce”
regusto al apreciarlas, pudiéndole llevar a formar emociones relacionadas con
un arquetipo de tristeza, ansiedad o frustración, sino también, que son
patrones mentales que al repetirlos reiteradamente, pueden distorsionar la
percepción de la realidad, terminando por afectar a sus emociones y arruinar la
convivencia por todo un conjunto de equivocadas decisiones. Hoy comentaremos
¿Qué entendemos por estos pensamientos, como se originan y los perjuicios que
pueden acarrear en el devenir del joven que lo padece? finalizando con libros
al uso.
Su
origen podemos encontrarlo en experiencias traumáticas, heridas
emocionales pretéritas y/o actuales que como resultado han generado una baja
autoestima, con el consiguiente acompañamiento de inseguridad, en muchos casos
afectando a la salud mental y calidad de vida. La subvaloración es una
constante en la vida al tener presente como marchamo afirmaciones del tipo
anteriormente comentadas, siempre rumiadas al no saber gestionarlas y como
consecuencia dañinas, al optar por somatizarlas.
Las
causas más tempranas pueden ser halladas a nivel genético; no olvidemos que el
temperamento se hereda mientras que el carácter se va haciendo en una constante
interacción entre temperamento, ambiente y respuestas, y ahí es donde la
crianza juega un papel en nuestra opinión determinante; el aprendizaje vicario,
como se ha ido aprehendiendo y aprendiendo, dado que el hombre en cualquier
situación tiende a actuar como tiene costumbre de hacerlo, más que como le
gustaría hacerlo. Expuesto este comentario y a modo de sus raíces, debemos
empezar por hablar de como nacen los pensamientos negativos y nada mejor que
hablar del apego, de la necesidad de llevar a cabo desde la más tierna infancia
el ejercicio de reconocer, de ser reconocido: observado, reforzado, guiado,
acompañado de esas pequeñas responsabilidades que todo progenitor sabe que el
ejecutarlas van a ser un seguro estímulo, éxito para su vástago.
1.
Primeras
experiencias. Los niños que
crecieron con un padre ausente o poco dados al reconocimiento: observarles,
amarlos, abrazarlos, estar por estar juntos, mirarse, reírse, jugar, darles
justo las responsabilidades que sabemos que va a triunfar, negarles de este
alimento metafísico, terminan por desarrollar patrones de pensamiento
autocríticos, sentimientos de inseguridad y tristeza.
2.
Ficciones
internas. El cerebro es incapaz de
soportar el dolor, iniciando en su defensa el mecanismo de la metamorfosis,
como al despertar Gregorio Samsa le ocurrió una mañana en la novela de Kafka
(1): se inventan, se sumergen en un mundo irreal, distante, a veces de engaño,
quedando atrapados en él al identificarse con sus pensamientos negativos,
terminando siendo para de la identidad “siempre me pasa esto” “es mi forma
de ser”.
3.
Aprendizaje
vicario. La educación familiar, el
sistema de enfrentarse al mundo que presentan los padres. Como conservan
amigos, se relacionan con el resto de la familia, tipo de comunicación pues el
lenguaje que emplee es importante. Su talante y ausencia de honestidad, van
generando una forma de interpretar el mundo bajo un filtro basado en el miedo,
la culpa y la desconfianza.
4.
Carencia de
habilidades emocionales. Muy
relacionado con el anterior punto al ser parte de los aprendizajes propios del
grupo primario que es la familia. Según como lo gestionen los padres, existe
una correlación en la forma de llevarlos a cabo los hijos. Ante su ausencia,
rápidamente como verdades absolutas se instalan los pensamientos tóxicos.
5.
Hábitat
presente. La alimentación de la
autocrítica a través de las comparaciones mayoritariamente en la edad temprana “Tu
prima a aprobado todo” “tienes unas manos que cuanto tocas se rompe”” ¿Tanto te
cuesta ser normal?”” ¡Eres un desgraciado”
6.
Factores
biológicos. Aunque no
determinantes, se ha constatado que niveles bajos de serotonina pueden generar
en el cerebro una tendencia hacia lo negativo, al igual que a sujetos con una
fuerte sensibilidad emocional o tendencia a la introspección profunda.
Todo cuanto hemos
disertado, si no se gestionan pueden tener desconsoladas consecuencias en la
vida adulta al influir en el trabajo, relaciones de pareja y toma de decisiones.
Como más de una vez hemos comentado en distintos foros, ¡cuántos sujetos con un
excelente coeficiente intelectual, brillante curriculum vitae terminan
aparcados en la cuneta de la vida, mientras ven pasar a “segundones en su
opinión” hacia los puestos de responsabilidad y honor! A tenor de ello, hacemos
la siguiente pregunta para la reflexión: ¿De qué puede servirnos el talento si
nos falla el talante? En cómo puede
llegar a perjudicar esta realidad, lo vamos a exponer en seis puntos:
1. Autoimagen distorsionada. Consistente en estar convencidos de que no
valen lo suficiente. No son dignos del éxito pues terminarán defraudando,
volviéndose en unos hábiles saboteadores de cuantas oportunidades se les
presenta.
2. Relaciones personales tóxicas. Al estar rumiando pensamientos tales como “al
final se va a dar cuenta que no doy la talla” “no soy digno” “como se ha podido
fijar en mi” terminan por generar aislamiento y/o celos y desconfianza en
los demás. Recordemos lo comentado sobre las neuronas espejo.
3. Decisiones escasas. El pensar que lo más probable es equivocarse,
evitar una decisión lo considerará lo más saludable, hecho que a estos sujetos
les va a dificultar el crecimiento al optar por permanecer en su zona de
confort.
4. Complicaciones en cuanto a la salud mental. Dado que, a tenor de su bajo autoconcepto, y
su negación a enfrentarse con el problema, su respuesta tenderá a somatizar el
posible proceso, lo que puede conllevar: dolores físicos si causa aparente,
insomnio, fatiga, trastornos de ansiedad, obsesión, depresión.
5. Bloqueo de talentos. Como con anterioridad hemos comentado, al no
atreverse a mostrar su valía por mantener como freno el pensamiento tóxico de “no
ser lo suficientemente capaz” le va a imposibilitar todo desarrollo
personal y profesional.
6. Refuerzo constante. A medida que más repiten estos pensamientos
con sus correspondientes respuestas conductuales, más se fortalecen, llegando
hasta tal punto que estén activados constantemente.
Con lo dicho pensamos que hemos podido dar
respuesta a la pregunta correspondiente al título de este artículo que, aunque
en una primera lectura pueda desalentar podemos afirmar que estamos hablando de
una serie de patrones que en nada definen a la persona, son como gafas que se pueden
cambiar, al contar con estrategias suficientes para transformar estos
pensamientos cuando aparecen. Para nada estamos condenados a vivir con ellos.
Con conciencia, apoyo profesional y práctica todo sujeto puede alcanzar a
llegar a ser él. La plasticidad neuronal de nuestro cerebro no deja de
sorprenderme como profesional al permitirme poder ayudar, crear nuevas formas
de pensar, modificar conductas y sanar.
