QUE
INFLUENCIA TIENE LA AMISTAD Y EL AMOR EN LA SALUD MENTAL
Ya que vamos a hablar sobre un
tema que no para todos puede que tenga el mismo significado, lo que en
filosofía podríamos definir como constructo: “objeto que es ideal, que su existencia
depende de la mente de cada sujeto”, empezaremos por definir que entendemos
por amistad. Nuestra Real Academia de la Lengua (RAE) en sus distintas
acepciones dice: Afecto personal puro y desinteresado, compartido con otra
persona, que nace y se fortalece con el trato. Compañerismo, simpatía, lealtad,
favor, amigos. Estamos hablando de una relación cordial, simpática, entre
dos o más personas, así como también el respeto mutuo, principio que puede
llegar a desarrollar confianza. La palabra amistad proviene del latín “amicitas”
que a su vez viene de “amicus” (amigo) que a su vez procede
del verbo “amare” (amar).
En la infancia, a través
del apego, del reconocimiento, responsabilidades y libertad
para errar otorgadas por los padres, ayuda a desarrollar habilidades,
iniciar el autoconcepto y a adaptarse, y que, al entrar en la
adolescencia, gracias al aprendizaje adquirido va a permitir buscar sujetos con
cualidades similares, en un intento de avanzar en el desarrollo personal, como
son: creencias y valores. Ya en la edad adulta, siempre me viene a la
mente el recuerdo de escritor Torcuato Luca de Tena [1] donde al tocar este
tema, repetía: “entre un hombre y una mujer, la amistad es imposible”. A
la llegada de esa nueva etapa llamada de adulto mayor, el grupo de amistades en
muchos casos se reduce, centrando el interés solo en aquellos con los que se
comparte un vínculo emocional y familiar, a la vez que se amplía la relación
con los necesarios “amigos esporádicos”.
A tenor de lo dicho, podemos
decir que estamos hablando de una relación afectiva sustentada en valores,
donde para su mantenimiento requerimos pequeños actos volitivo: interés y trato
asiduo. Al no surgir siempre por afinidad este afecto personal, nos puede
permitir el enriquecimiento en nuestras potencialidades, que se irán
revalidando a través de los años.
En cuanto al amor, y volviendo de
nuevo a nuestra RAE, nos habla en sus distintas acepciones: Sentimiento
intenso del ser humano que, partiendo de su propia insuficiencia, necesita y
busca el encuentro y unión con otro ser. Sentimiento hacia otra persona que
naturalmente nos atrae y que, procurando reciprocidad en el deseo de unión, nos
completa, alegra y da energía para convivir, comunicarnos y crear. Sentimiento
de afecto, inclinación y entrega a alguien o algo. Tendencia a la unión sexual.
Voluntad, consentimiento.
Según la Asociación Americana de
Psicología, (APA) lo describe como una emoción que involucra fuertes
sentimientos de afecto y ternura, sensaciones placenteras en su presencia,
devoción a su bienestar y sensibilidad a sus reacciones hacia uno mismo.
A tenor de lo expuesto, a
diferencia de otros sentimientos, estamos hablando de un interés por convivir y
crear. Es decir, de un estado de madurez en el que voluntariamente se adquiere
la asunción de responsabilidades. De un compromiso, de una convivencia; tener
hijos. Fundar una familia y todo cuanto ello significa: la célula principal de
la sociedad, donde la prole aprenderá valores, adquirir apego y creencias. El
amor, como decía José María Pemán [2] en Nocturno a Margarita “No es la paz
de estos largos nocturnos de miel”. Amarse Margarita es…. Amar es
sacrificio, trabajo, entrega, lealtad, fidelidad. A veces renuncia por el bien
superior de la prole, pareja. Dejar de llevar a cabo ese bien personal y
deseado porque los tuyos te requieren, sabes que lo necesitan, y en la cima de
la jerarquía de prioridades están la pareja y los hijos. Son el valor primario,
esencial.
Una vez concretados este sucinto
bosquejo, pasemos a definir que entendemos por Salud Mental (SS.MM). Podemos
afirmar como SS.MM. al conjunto compuesto por nuestro bienestar emocional,
psicológico y social. Determinante, al afectar a nuestra forma de pensar, sentir
y actuar. Relacionarnos con otras personas, y toma de decisiones. Permitiéndonos
de manera satisfactoria hacer frente en las interacciones. Es esencial para
nuestro progreso, y está influenciada -en muchos casos determinada- por
nuestros primeros años, al ser el periodo más sensible de nuestro desarrollo.
Posteriormente se unirán las interacciones, donde cada sujeto las experimentará
en función de su biografía. Tener y mantener una optima salud mental es básico
para alcanzar y mantener amigos, amar, ser amado, formar, mantener y consolidad
una familia. Una optima SS.MM. nos va a permitir desarrollar satisfactoriamente
nuestras potencialidades, trabajar y contribuir a la mejora de nuestra
comunidad. En nuestra opinión, es tal su repercusión social que consideramos de
obligado cumplimento la búsqueda de apoyo ante los primeros signos de su
resquebrajamiento.
Desarrollado estos tres
conceptos, me gustaría optar por responder cambiando el orden a la pregunta,
quedando como sigue: ¿Qué influencia tiene la salud mental en la amistad y
amor? Y es que como con anterioridad hemos comentado, la génesis de salud
mental -buena o menos buena- y que tanto nos va a condicionar, se forja en los
primeros años de vida. Primero es el apego de la madre, luego el del padre el
que le va a ir impregnado al niño su “fortaleza hasta en la identificación
sexual”. A través del reconocimiento: miradas, abrazos, sustento, el niño va a
ir introyectando lo que va aprendiendo y aprehendiendo -así, con “h”
intercalada, por osmosis- y tomando conciencia de su “valor” y del mundo. Con
las pequeñas responsabilidades que se le entregan, y que de seguro las puede
llevar a cabo, siempre acompañadas del reconocimiento, el niño poco a poco va a
ir adquiriendo sus primera habilidades y seguridad. La conducta precede al
desarrollo. Aprender a errar gracias a la libertad. Los padres creen en él y
como respuesta el niño crea, hace, ejecuta. Crece en responsabilidad porque cuanto
hace agrada a los padres y el refuerzo que recibe de manera contingente es su
mejor valor. Está plenamente convencido que ante cualquier desviación será
juzgado por sus padres, pero también, que una vez dado el veredicto, este será
automáticamente acompañado de misericordia y amor. Experimentando sin necesidad
de palabras que, a pesar de la falta, sigue perteneciente al “grupo”, es pieza
clave e imprescindible, y por supuesto: amado. Es fuerte.
Siguiendo estos pasos, -estamos
comentando lo básico- tenemos una alta probabilidad de acercarnos a crear,
consolidar en ese niño y futuro adulto, los tres pilares de la SS.MM.:
bienestar emocional, psicológico y social. La influencia de este estado de
confianza y comunicación con sus progenitores, con su grupo primario, va a ser
un facilitador para el desarrollo de habilidades de cara a la incorporación en
su grupo secundario compuesto por amigos y conocidos, haciéndole surgir en su
interior el bello sentimiento de la amistad. En cuanto a ese constructo llamado
amor: responsabilidad, sacrificio, fidelidad, honestidad. Saber que vale quien
sirve. Cuando más sirves, más valor. La influencia de lo que aprehendió va a
ser determinante, haciendo posible a través de este aprendizaje, el poder
contribuir a la mejora de nuestra comunidad.
Con lo dicho queríamos transmitir
que es la SS.MM. en cualquiera de sus signos, lo que va a influir, condicionar
y casi determina en las relaciones de amistad y amor. Si un joven, adulto,
careció de apego, no fue amado. Si tuvo un padre ausente, la probabilidad de
que también él lo sea es alta, por no continuar hablando de más incidentes.
1.
Luca de Tena, T. Edad Prohibida.
(2013) Editorial Austral. Barcelona.
2.
Pemán, J.M. Nocturno a Margarita (1958)
RCA.

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