LA TRISTEZA EN LOS ANCIANOS
Vamos
a iniciar este artículo escribiendo sobre la tristeza, del latín “tristitia”,
una de las seis emociones primarias y temporales junto con la felicidad,
sorpresa, miedo, asco e ira, causada esta por pensamientos de acontecimientos
pasados de los que no nos sentimos satisfechos: errores, pérdidas o culpas
entre otros. Nuestra RAE la define como “Cualidad de triste: pena,
aflicción, desconsuelo, cabanga, melarchía. Que denota pesadumbre o melancolía”,
y la Asociación de Psicología Americana (APA) la precisa como un “estado
de infelicidad cuya intensidad puede variar de un nivel leve a un extremo,
dependiendo de la valoración dada por cada sujeto”, que, si no sabemos
manejarla, puede llegar a interferir en la vida diaria convirtiéndose en uno de
los principales síntomas de lo que denominamos “trastorno depresivo mayor”.
Los
principios pueden ser múltiples y sus posibles efectos manifestarse tanto a
nivel físico - falta de energía, fatiga, problemas para dormir o sueño
profundo e inactividad- como cognitivo - mente constantemente
intranquila, rumiación, reiterados pensamientos sobre la “escena”- y
conductual – apatía, miedo, baja autoestima-, pero aunque poseedora de
una mala prensa, nos adelantamos diciendo que no estamos frente a un signo de
debilidad sino ante una emoción poseedora de una alta función adaptativa y
protectora, al permitirnos a través de la energía que genera afrontar la causa,
permitiendo iniciar el proceso de favorecer la necesidad de regresar “a la
escena”, alcanzar una explicación de los hechos, comprenderlos, aceptarlos,
buscar soluciones, reorganizar la conducta que al asumirla, se transformará en
aprendizaje con el consiguiente crecimiento personal, un nuevo estado
madurativo y distinta percepción de la realidad.
En
uno de sus últimos trabajos llevados a cabo por el Centro de Investigaciones
Sociológicas CIS (1), se pudo constatar que el sentimiento de aislamiento,
soledad y abandono en los mayores de 65 años (79,9%) es una de las grandes
preocupaciones en esta etapa. Un 58,6% de los mayores, “sienten que sus
hijos no les cuidan tan bien como en generaciones anteriores” y en la
investigación publicada en BMC Medicine (2) advierte que “visitar
regularmente a los miembros mayores de nuestra familia puede reducir
significativamente el riesgo de mortalidad (39% menos probabilidades de
muerte), resaltando la importancia vital de mantener lazos familiares y
sociales fuertes”. Esta realidad agravada significativamente en este nuevo
siglo hizo que en el año 2018 Gran Bretaña creara una Secretaría de Estado para
tratar el tema de la soledad (3) y Japón desde el año 2021 ya cuente con un
ministerio de La Soledad sustentado a raíz del análisis de Datos-macro de 2015
(4), encuesta sobre el estilo de vida y la percepción de las personas mayores
realizada por la Oficina del Gabinete de Japón (5), donde se constató que “cada
día se suicidaban una media de 63 personas y que el 16% de los adultos mayores
de 60 años no contaban con nadie en quien apoyarse”.
¿Asumiste responsabilidades? ¿Fuiste un amante del relativismo? Te preguntas mientras sigues rumiando la importancia de tiempo a los hijos junto a la imposibilidad de volver atrás. Bucear la infancia, quizás la ausencia del necesario apego de la madre bloqueando llegar al padre. la inseguridad. La indiferencia al ascenso en general. ¡Ahora te das cuenta de la importancia del talante tan superior a veces al talento! “luego podrás quejarte al encuestador poniendo cara de bobo, de que tus hijos no te cuidan tan bien como en generaciones anteriores”. Esta realidad explica mucho de la tristeza en los ancianos. Tiempo de “confesión” acompañada de la necesaria fuerza para soslayar, hacerle frente, defenderte, rehuir la pregonada consigna de libertad susurrante de algunos estados/gobiernos progresistas para ayudarte a marchar, acompañarte, siempre asistirte, estar a tu lado si lo deseas a través de la eutanasia.
Cierto que al ayer no se puede volver. Decía Heráclito de Éfeso, enigmático filósofo del cambio (540a. C.- 480a.C.) (9) “no te puedes bañar dos veces en el mismo rio, aunque el rio se llame igual. Ni tú eres el mismo, ni el rio, ni el agua es la misma” pero gracias a lo que entraña la tristeza sí que el anciano puede cambiar su percepción del pasado, llegar al escoyo diciéndose asombrado como el ayer más que condicionar determina, a la vez que experimentar como la vida le está acompañando mientras él quiera buscarla. Será su propio cuerpo el que por suerte saldrá en su defensa generando esa emoción primaria y temporal que no es otra que la tristeza.
Ramón Morcillo López Ph.D.
Doctor en psicología
Colegiado CV.06004
Aljorra, a 13 de abril de 2025
Bibliografía
3. ¿Por
qué en Inglaterra crearon un "Ministerio de la Soledad"? | Bioguia
4. Japón
ya tiene ministro contra la soledad | Mundo Global | EL PAÍS (elpais.com)
5. Ministerio
de la soledad | SoledadES
6. Morcillo, R. (2012) Biografía
y Senilidad. Bases para una ayuda individualizada. Universidad Católica de
Murcia.
8. Morcillo, R. (2024) Mi padre y yo De su ausencia al abrazo. Ed. R. López. Alicante
9. Heráclito, (1982) Heráclito fragmentos. Edit. Aguilar. Buenos Aires.

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