LAS RELACIONES DE
PAREJA Y
LA SALUD MENTAL.
Hablar
hoy de relaciones de pareja cuando tanto esta institución como el constructo de
sus componentes no deja de manipularse, de ser acosado y por otro lado
conversar acerca de salud mental, cuando ese necesario estado de equilibrio día
a día se está desbordando, no deja de ser todo un reto de una enorme atracción.
Vamos a iniciar el presente artículo con el estudio realizado entre agosto de
2023 y agosto de 2024 a más de 24.000 sujetos de todo el país y, hecho público
este mismo mes, el pasado dos de junio, por el Ministerio de Sanidad y el
Instituto Nacional de Estadística (1) acerca de los datos de la Encuesta de
Salud de España, donde nos ofrece una radiografía detallada del estado de salud
y hábitos de vida de la población española.
Ciñéndonos
a nuestro tema, destacamos que una de las reseñas más preocupantes del informe
es el deterioro de la salud mental en la población adulta. Según la ESdE, el
29,8% de los adultos presenta sintomatología depresiva -uno de cada tres
adultos- con una clara diferencia de género: el 35,1% en mujeres frente al
24,4% en hombres. Cifras que suponen un notable incremento con relación a
ediciones anteriores: en 2014, los casos eran del 20,4%, y en 2019 alcanzaba el
24,4%, lo que indica un empeoramiento y como consecuencia una preocupación.
Con respecto a los tipos de medicamentos consumidos en
las dos últimas semanas, 48.329 encuestados afirmaron haber consumido
tranquilizantes, relajantes o pastillas para dormir en ese periodo y, 41.929
antidepresivos o estimulantes, siendo las cifras ligeramente más elevadas para
el caso de las mujeres. Como respuesta el Ministerio de Sanidad creo el Plan de
Acción de Salud Mental 2025-2027 que adjuntamos (10)
El
siguiente punto a tratar dentro de este estado de equilibrio más que nunca difícil
de alcanzar, es el constante vacío y cansancio existencial que tanto afecta a
la salud mental. Vacío por ese malestar que no sabemos encajarlo en un nombre.
Miramos a nuestro alrededor, constatamos de la abundancia que disfrutamos en el
presente, mientras nos recordamos que vivimos una existencia cuajada de
bienestar con tan solo echar la vista atrás, remitiéndonos a dos/tres
generaciones pretéritas, y sin embargo, a pesar del progreso, no terminamos de
sentirnos felices. Nos falta algo, a lo que tenemos que sumar la constante
sensación de cansancio por todo lo que aun necesitamos por conocer, por ver.
Siempre nos falta algo más por saber, por leer. Permanentemente nos sentimos
incompletos y no es “ansiedad” o “depresión” lo que estamos viviendo. Si nos
preguntaran responderíamos que estamos bien, mientras que al unísono nos
estaríamos diciendo que no somos felices. Parece que estamos faltos de una
etiqueta que de validez a esta experiencia interna permitiéndonos entender y
hallar soluciones reales a este dolor, con el fin de no terminar
autoinvalidándonos mientras nos repetimos “no es para tanto” a la vez que
seguimos sintiendo que no cesa el dolor.
Pero
¿Qué entendemos por estar bien en esta nueva sociedad marcada por el
relativismo? Donde el bien/mal depende del punto de vista. Donde algunos actos
que ayer eran delito hoy se han convertido en un derecho. Donde la jornada
laboral se alarga anestesiándonos a la vez que un sinfín de estímulos externos
nos envuelven hacía una acaramelada evasión. Ocurre que estar bien, tiene mucho
que ver con lo que la sociedad, familia, espera de nosotros: buen trabajo,
dinero en la cuenta, familia perfecta, belleza… impidiéndonos plantearnos la
importancia de parar y entender nuestras emociones, andar por lo que en verdad
necesitamos nosotros, no por lo que nos han contado. Detenernos y preguntarnos:
¿Pero, realmente para que he venido a este mundo? ¿Qué es lo que tiene en
verdad valor para mí? ¿En qué momento de mi vida deje en el ángulo oscuro de
aquel rincón mis metas? ¿Qué estoy haciendo con mis talentos?
Este
dilema es el que hace que muchos sujetos vivan inmersos en un gran apuro
interno, sabiendo que tienen todo para ser felices. Cuanto le rodea lo ha
puesto la vida para él, pero que no hay forma de creérselo. Y es que la
sensación de no ser feliz tiene mucho que ver con la falta de sentido. Uno va
por su camino y por unos momentos siguiendo al espíritu del tiempo, decide
inicia unos pasos por la frondosa trocha y casi sin percibirlo termina perdido
al impedirle los árboles ver el bosque, a la vez que cada tronco le está
mostrando el oriente en su corteza. ¿Por dónde aquel vericueto que permite
volver al camino? En su vida no existe problema alguno, socialmente hasta es
envidiado, tan solo ocurre que la raíz de esa sensación de no ser feliz tiene
mucho que ver con la falta de un sentido en la vida. De vivir la vida con una
dirección clara. Y es que una persona sin una meta es como un viaje sin
destino.
No
podemos ignorar que todos cargamos con el temperamento, esa mochila heredada de
nuestros padres y con el devenir de cada día: vínculos emocionales, infancia,
quizás vacío en la adultez que nos cuesta comprender, también éxitos, hemos ido
forjando nuestro carácter, que unidas a expectativas quizás un tanto
desconectadas de la realidad, han forjado frustración y vacío. Situación que el
acompañamiento profesional puede resolver al hacernos “Entender el posible
origen de ese sentimiento de vacío”, “Adquirir herramientas para entendernos” y
“Obtener escucha libre de juicios con empatía y respeto”, pero que no todos
siguen. Si, la salud mental esta en crisis.
Expuesto
este pequeño retazo referido a la salud mental, pasamos a centrarnos en “las
relaciones de pareja” y, dentro de ella hablar de este ser llamado hombre, en
este tiempo donde el ethos de machismo y sexismo solo
tiende a centrarse en un foco donde pueda generar narrativa al gusto de la
lente maniquea y que tanto está dificultando las relaciones de pareja. El
hombre ha sido el principal damnificado en estos cambios sociales de los
últimos sesenta años. Los clásicos trabajos masculinos se baten en retirada,
muchos han empeorado y son los hombres los que más sufren el fracaso escolar,
mientras la mujer se ha incorporado completamente en el mercado laboral,
cambiando su vida a mejor.
Toda
víctima necesita un villano y, como dice Daniel Jiménez “los problemas
masculinos por razón de género se niegan o minimizan debido a la calidad de
opresor, y las medidas discriminatorias se reinterpretan como una erosión de
sus privilegios”. En pocas palabras: lo que les ocurre a los hombres es que
se lo merecen. (2)
En
España los medios de comunicación hablan de machismo tres veces más que los
medios de otros países, (3) pese a que el nuestro es uno de los mejores para
ser mujer de todo el globo (4). Se dan simposios y formaciones para periodistas
desde una supuesta perspectiva de género que galvaniza el activismo más
descarado en detrimento de la información, y se acatan lemas fabricados por la
clase política como verdades indiscutibles. El resultado son historias tan
tristes como las que presenta Quico Alsedo en su libro (5). De nuevo: lo que
les ocurre a los hombres es que se lo merecen. Las mujeres por fin se han
apoderado de su lugar, pero los hombres se han quedado sin ninguno. Es cierto
que no vivimos en una sociedad matriarcal, pero tampoco en una igualitaria. En
este nuevo mosaico simplemente el hombre no encaja, y los efectos de esta
brecha de género ya lo estamos viendo en la educación, donde por cada 100
mujeres universitarias licenciadas, los hombres son 74 (6).
Si
nos remitimos a los salarios, la mayoría de los hombres hoy los tienen más
bajos que en 1979, mientras que los de las mujeres han aumentado de forma
generalizada (7). Uno de cada cinco padres no vive con sus hijos (8), los
hombres presentan dos de cada tres “muertes por desesperación” (9). Tres veces
mayor entre los hombres que entre las mujeres, y más del 50% de los matrimonios
se acaban separando. Más de un tercio se separa antes de los 20 años de casado,
uno de cada cinco en los primeros diez años y uno de cada ocho lo hace en los
primeros siete años de casado. El 2020 se llegó al 88,6%. Según datos oficiales
de EE.UU. el divorcio incrementa en niños el riesgo de necesitar tratamiento
médico por problemas de salud mental o emocional (11).
Los
chicos se están quedando rezagados en la escuela y en la universidad porque el
sistema educativo está estructurado de un modo que los coloca en desventaja.
Las bajas tasas de matriculación y finalización de estudios universitarios de
los chicos es regresivo. La economía se está alejando de los empleos
tradicionalmente masculinos, las mujeres, en cambio, son mayoría en profesiones
relativamente seguras de cara a la automatización, como la atención sanitaria,
los servicios personales y la educación. Los empleos del futuro van a requerir
aptitudes que se midan mejor por la inteligencia emocional que por el
coeficiente intelectual, y las mujeres son superiores en las denominadas
“habilidades blandas” (12)
Por
otro lado, cada vez son más los hombres que se desvinculan del trabajo
remunerado, quizás al ser los niveles salariales más bajos que en el pasado,
mientras que los salarios de las mujeres han aumentado en las últimas décadas.
Muchas profesiones llevadas a cabo por hombres hoy son de mujeres. La
proporción de mujeres abogadas se ha multiplicado por diez, pasando del 4% en
1980 al 43% en 2020 (13). En 1968, sólo el 33% de las adolescentes afirmaban
aspirar a un trabajo remunerado a los 35 años. En 1980, el porcentaje era del
80%. (14). Parece ser que el periodo de 200.000 años en el que los hombres
mandaban ha llegado a si fin. El ascenso económico de las mujeres ha alterado
las relaciones de intercambio entre los sexos y son muchos los hombres que
están luchando por adaptarse.
A
lo dicho debemos incorporar al movimiento feminista. Decía Margaret Mead (15) “Una
mujer preparada para ganarse la vida no tiene por qué sentirse atrapada. La
independencia empieza por la independencia económica” y Gloria Steinem (16)
El matrimonio es una institución opresiva, la ciudadela del enemigo” Hasta
la década de los 70, la mujer universitaria media se convertía en esposa al año
de graduarse.
En
cuanto a maternidad, alrededor del 40% de los nacimientos en EE.UU. se producen
fuera del matrimonio, frente al 11% de 1970. El papel de las madres se ha
modernizado, la paternidad sigue anclada en el pasado y al padre, en su papel
de proveedor familiar se le ha vaciado de contenido. El trabajo marca/marcaba
el cumplimiento del papel masculino de mantener y proteger a la familia, hoy
las mujeres pueden hacerlo tanto si están casadas como si no.
Es
cierto que la esposa dependía económicamente, pero emocionalmente el hombre
eran el dependiente. En la historia económica de las dos últimas décadas son
las mujeres las que están manteniendo económicamente a las familias. Como dice
Heather Boushey y Kavya Vaghul: “Las contribuciones de las mujeres salvaron a
las familias de renta baja y media de fuertes caídas en sus ingresos (17).
Hemos
intentado hacer un recorrido por la realidad actual, breve, sin entrar en temas
de droga y retenciones que nos llevan a una situación que requiere una larga
reflexión seguida de un cambio. Está claro que, en las relaciones de pareja,
los matrimonios han caído y una de las causas ha sido la disminución del poder
adquisitivo de los hombres no universitarios (18). Que las mujeres con
independencia económica y altos niveles de educación son las que tienen más
probabilidad de casarse, la dificultad que algunas pueden presentar estriba en
encontrar un igual tanto a nivel cultural como social. Puede ser una paradoja,
pero son muchas las mujeres que sigue manteniendo un concepto de hombre, de
pareja, anclado en el tiempo. Un médico puede tener por pareja a una enfermera,
a una médico -no todas- posiblemente requiera transitar unos pasos. Sí,
compleja y espinosa era en la que nos acabamos de incorporar. Sabemos que en la
educación podemos hallar el revulsivo, pero a tenor del tiempo que pasa parece
ser que los expertos solo encuentran escollos.
Referencias:
1.
Nota de Prensa: Encuesta de
Salud de España (ESdE). Año 2023.
2. Daniel Jiménez (2019) La deshumanización
del varón. Pasado, presente y futuro del sexo masculino. Psimática.
3. David Rozado. “El desproporcionado número
de referencias al machismo en los medios de comunicación españoles”. 8 de
marzo de 2023. http://davidrozado.substack.com/p/epg.
4. Índice de seguridad y bienestar de la mujer de
la Universidad de Georgetown, http://giwps.georgetown.edu/the-index.
5. Quico Alsedo, (2023) Algunos hombres
buenos. La Esfera de los Libros.
6. National Center for Education Statistics, U.S.
Department of Education, “Degrees conferred by postsecondary institutions, by
leve lof degree and sex of student: selected years, 1869-70 through 2029.30”,
julio de 2020.
7. Sarah A. Donovan, y David H. Bradley, Real
wage trends, 1979 to 2019. Congressional Redsearch Service, 2020.
8. Lindsay M. Monte. “Solo” dads and “absent”
dads not as different as they seem”, U.S. Census Bureau, 5 de noviembre de
2019.
9. Joint Economic Committee, Long-term trends
in deaths of despair, Social Capital Project Report nº. 4-19, septiembre de
2019.
12. Sarah O´Connor,
“The robot-proof skills that give women an Edge in the age of AI”, Financial
Times, 12 de febrero de 2019.
13.
Cynthia Grant Browman, “Women in the legal profesión from the 1920s to
the 1970s: What can we learn fron their experience about law and social
change?”, Cornell law Faculty Publications, Paper 12, 2009; U.S. Bureau
of Labor Statistics, “Employed full time: Wage and salary workers: Lawyers
ocvcupations, 16 years and over” Series LeU02544 8334 00A, Federal Reserve
Bank of St. Louis, 19 noviembre de 2021.
14. Goldin, Career
and family…, op. cit., p. 125.
15. Margaret Mead, Some
personal views, Walker, Nueva York, 1979, p.50.
16. John Stuart Mill, The
subjection of women, en Collected Works, vol. XXI, University of
Toronto Press, Toronto, 1869/1984, p. 325. Gloria Steinem, “A new egalitarian
life style” The New York Times, 16 de agosto de 1971.
17. Heather Boushey y
Kavya Vaghul, “Women have made the difference for family economic security,
Washington Center for Equitable Growth, abril de 2016. P.5.
18. Richard V. Reeves y Wasserman, op. cit., p.27
